La electrificación de los vehículos se presenta a menudo como una palanca esencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del sector del transporte y combatir el cambio climático. ¿Pero cuáles son los verdaderos beneficios ambientales de los coches eléctricos? ¿En qué medida esta transición tecnológica debe ir acompañada de una evolución más amplia de nuestra movilidad? Aurélien Bigo, investigador francés especializado en los desafíos de la transición energética en el transporte, arroja luz sobre este tema.
Aurélien Bigo
¿En qué medida es el vehículo eléctrico una palanca para la transición hacia una sociedad baja en carbono?
La electrificación masiva de los vehículos es esencial para alcanzar nuestros objetivos climáticos, eso es innegable. Aunque circula mucha información sobre su impacto, una cosa es segura: un vehículo eléctrico emite significativamente menos gases de efecto invernadero que un vehículo de combustión convencional, incluso teniendo en cuenta más emisiones durante la fabricación.
Esto se debe a que su ventaja se realiza durante su uso. En Francia, donde la electricidad es principalmente baja en carbono, un vehículo eléctrico emite alrededor de 15 veces menos que un vehículo comparable de combustión interna por kilómetro recorrido. Se estima que, para un modelo equivalente, un vehículo eléctrico emite entre 2 y 5 veces menos gases de efecto invernadero que un vehículo de combustión en Francia. Esta tendencia también se observa en la mayoría de los países, incluso en aquellos con una mix energética más intensiva en carbono como Alemania.
Sin embargo, la electrificación es solo una parte de la solución.
Debe formar parte de una evolución global de nuestra movilidad, desarrollando el uso compartido de vehículos, promoviendo modos de transporte alternativos cuando sea posible y promoviendo opciones aún más eficientes energéticamente. La electrificación es esencial, pero debe ir acompañada de otros cambios para lograr plenamente nuestros objetivos ambientales.
¿Cómo explicas las diferencias significativas entre los diversos estudios que indican que, en Francia, las emisiones de los vehículos eléctricos son de 2 a 5 veces menores que las de los vehículos térmicos?
Estas son diferencias considerables, que están vinculadas a varios factores, desde el propio vehículo hasta su uso.
Para empezar, cuando se considera la etapa de producción, las emisiones relacionadas con la fabricación de la batería de los vehículos eléctricos tienen un impacto significativo que puede variar considerablemente. Esto depende del país de fabricación, su química, pero también de la capacidad de la batería: cuanto mayor sea, mayores serán las emisiones relacionadas con su producción. Por eso hoy, en plena transición, es preferible favorecer vehículos con una batería de tamaño más “razonable”, cuyo alcance no esté sobredimensionado en relación con las necesidades reales del conductor. En este aspecto, el desarrollo de una red densa de infraestructuras de recarga es una palanca esencial para permitirnos conformarnos con vehículos con un rango “moderado”.
A continuación, el tamaño y el peso del vehículo eléctrico juegan un papel determinante: un modelo más compacto y ligero emitirá lógicamente menos que un gran vehículo eléctrico, ya sea durante la fase de producción o de uso.
Finalmente, la mezcla energética utilizada para producir la electricidad consumida influye enormemente en la huella de carbono, especialmente para los países que aún tienen un mix eléctrico altamente intensivo en carbono. Las bajas emisiones por kWh, gracias a fuentes bajas en carbono, reducen el impacto del vehículo eléctrico en uso. De ahí la necesidad de planificar idealmente la carga en un momento en que la electricidad sea baja en carbono.
La última variable clave es la vida útil del vehículo. Como un vehículo eléctrico es más emisivo durante su fabricación, pero menos en uso, cuanto más larga sea su vida útil, mayor será su ventaja sobre el vehículo de combustión interna a largo plazo. En el caso de los vehículos de combustión, emitirán más cuanto más tiempo se utilicen, de ahí la necesidad de reducir la flota y renovarla con vehículos eléctricos y eficientes energéticamente para lograr nuestros objetivos climáticos.
¿En qué medida las políticas gubernamentales actuales favorecen una transición hacia los coches eléctricos?
En general, existen políticas bastante ambiciosas implementadas para desarrollar los vehículos eléctricos. Podemos citar en particular el fin de los nuevos vehículos de combustión en 2035 a nivel de la Unión Europea, pero también una serie de ayudas para apoyar la instalación de estaciones de carga, la compra de vehículos eléctricos o el apoyo a la transición industrial. Si tuviera que resumir, diría que los principales actores de la transición hacia la electricidad generalmente reciben apoyo.
Entre los principales desafíos estarán el hacer que los vehículos eléctricos sean asequibles para la mayoría, limitar las restricciones relacionadas con el suministro de metales estratégicos y acelerar la transición industrial de los sectores involucrados.
Aún se necesita más apoyo, especialmente en un momento en el que están surgiendo voces disidentes. Pienso en particular en la fuerte oposición a los vehículos eléctricos en el contexto de las elecciones europeas, donde algunos partidos desean cuestionar el objetivo de 2035. ¡Sin embargo, es necesario lograr nuestros objetivos climáticos!
Más allá de la simple promoción de los vehículos eléctricos, es esencial que las políticas públicas fomenten una reducción del lugar preponderante que ocupa actualmente el automóvil individual en nuestros desplazamientos. Paralelamente, estas políticas también deben fomentar el diseño de modelos más eficientes en términos de energía y recursos, con dimensiones mejor adaptadas a las necesidades reales de movilidad. Se debe apoyar un cambio hacia productos más compactos, ligeros y eficientes.
¿Qué palancas crees que serían relevantes para acelerar la adopción de vehículos eléctricos en un contexto de emergencia climática?
Además de los elementos ya mencionados, como las infraestructuras de carga e incentivos fiscales, se pueden activar muchas palancas en paralelo. Para empezar, citaría el uso de incentivos fiscales a favor de la electrificación, pero también el apoyo al desarrollo y uso de diferentes modos de transporte, así como el apoyo a la industria para facilitar esta transición.
En términos de uso, el despliegue a gran escala de infraestructuras de carga ayudará a eliminar ciertas barreras relacionadas con la autonomía de los vehículos eléctricos.
Finalmente, queda un verdadero desafío de comunicación para lograr un cambio duradero en las normas sociales, ya que el actual discurso político y mediático sobre el lugar del automóvil no está alineado en la dirección correcta.
A largo plazo, ¿cómo podemos garantizar que el coche eléctrico sea una opción viable para alcanzar nuestros objetivos climáticos?
Para que los automóviles eléctricos se conviertan realmente en una solución viable a largo plazo en la lucha contra el cambio climático, varios elementos son esenciales.
En primer lugar, debemos garantizar que su producción y uso tengan una huella ambiental mínima. Es por eso que debemos favorecer, como se mencionó anteriormente, modelos eléctricos compactos, aerodinámicos y eficientes energéticamente en lugar de vehículos grandes y consumidores de energía. Esto también ayudará a limitar su costo de compra, que actualmente es una barrera para su desarrollo. Además, los incentivos fiscales como las subvenciones a la compra, las bonificaciones por conversión y la asistencia social deberían fomentar este tipo de vehículos eficientes energéticamente.
También podríamos repensar los «eco-scores» para que se basen en criterios ambientales y en la eficiencia de los vehículos. Pero más allá de estas medidas, es necesario un realineamiento completo y duradero de las políticas públicas para aumentar masivamente la cuota de vehículos eléctricos, al tiempo que se promueve un uso más frugal y razonado de estos vehículos.
Para que el vehículo totalmente eléctrico represente una verdadera solución para el futuro, necesariamente tendrá que combinar avances técnicos y mayor eficiencia.