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En un contexto de transición ecológica urgente, Europa juega un papel importante en la aceleración hacia la movilidad eléctrica. Lucien Mathieu, de Transport & Environment (T&E), expone los desafíos, los retos y las soluciones para una transición exitosa hacia un transporte más limpio a escala europea. 

Lucien Mathieu - Transport & environment (T&E)

Lucien Mathieu

Cómo Director de T&E

Para empezar, ¿puede hablarnos de la misión de T&E?

Transport & Environnement (T&E) es la principal ONG medioambiental a nivel europeo dedicada al transporte limpio. Nuestra misión principal es la descarbonización de los diferentes modos de transporte: coches, camiones, aviación, transporte marítimo y ferroviario. Nuestra principal palanca de acción es la incidencia política, destinada a convencer a los diferentes actores del transporte y a los responsables políticos, tanto a nivel europeo como nacional, a través de nuestras delegaciones nacionales.

En su opinión, ¿cuáles son las principales palancas políticas y reglamentarias de las que dispone Europa para acelerar la transición hacia la movilidad eléctrica?

Europa juega un papel clave en la aceleración de la transición hacia la movilidad eléctrica gracias a sus palancas políticas y reglamentarias. Al actuar sobre el mercado común, las normativas europeas afectan directamente a cerca de 500 millones de ciudadanos, constituyendo así un poderoso mecanismo de influencia.

El Pacto Verde Europeo, a menudo subestimado, marca un paso decisivo. Ofrece una orientación clara a la industria automovilística, que la necesitaba enormemente después de haber acumulado retraso. Este pacto también establece un plan y una trayectoria para la descarbonización de la economía europea.

La normativa sobre emisiones de CO2 de los vehículos ligeros, conocida en Francia como CAFE, es el principal motor de esta transición. Establece límites de emisiones para los vehículos nuevos, animando así a los fabricantes a aumentar la proporción de vehículos eléctricos en sus ventas. Esta normativa funciona por tramos de cinco años, estableciendo objetivos progresivos. Aunque se observa una ralentización de las ventas en 2024, debido a la proximidad del final del período de objetivos, se espera una nueva dinámica en 2025. La introducción de objetivos más ambiciosos incita a los fabricantes a lanzar modelos más asequibles para responder a la demanda y a las futuras normas. Se esperan una decena de modelos eléctricos por menos de 25.000 euros, y producidos en Europa, a partir del año que viene.

Entre otras palancas importantes, cabe citar el despliegue de infraestructuras de recarga y las políticas industriales destinadas a apoyar la producción local en Europa.

El fin de la venta de coches y furgonetas con motor térmico de aquí a 2035 es una etapa importante. ¿Qué otras medidas de apoyo o incentivo son necesarias para alcanzar este objetivo?

En primer lugar, es crucial que los políticos y los industriales se comprometan de forma firme y clara con el objetivo del 100% de vehículos nuevos de emisión cero en 2035. Y la gran mayoría de ellos están perfectamente comprometidos con esta transición. Volver sobre este objetivo tendría como consecuencia hacer que se evaporen los miles de millones de euros de inversiones realizadas en Europa en coches eléctricos, baterías, redes de recarga, etc.
Más allá de la normativa existente, son necesarias otras acciones, en particular un plan industrial verde para complementar el Pacto Verde así como un gran plan de inversión que favorezca la producción local en Europa.

Luego está el tema de la recarga, que es un punto fundamental para acelerar la transición hacia vehículos limpios.

Sobre este tema, ¿cómo puede Europa mejorar sus infraestructuras de recarga para apoyar el auge de los vehículos eléctricos?

Hoy en día, ya existen dos reglamentos que abordan la cuestión de la recarga, dentro del Pacto Verde: el AFIR para la recarga pública y el EPBD – la Directiva sobre eficiencia energética de los edificios – que trata en parte del despliegue de infraestructuras de recarga en las copropiedades.

El siguiente paso será la traducción de estos reglamentos en objetivos nacionales por parte de los Estados miembros. Tendrán que elaborar planes ambiciosos y coherentes.

En nuestra opinión, cuatro prioridades son esenciales:
En primer lugar, crear condiciones de mercado favorables a un crecimiento rápido, es decir, simplificar las obligaciones y la financiación para reforzar una competencia sana entre los actores.

En segundo lugar, colmar las lagunas de la red de autopistas de aquí a 2025. Si bien Francia está bien cubierta, países como Italia, España o los países del Este de Europa aún tienen camino por recorrer. Es un paso esencial para dar confianza a los usuarios.

En tercer lugar, es esencial examinar el desarrollo de la recarga privada, especialmente en los edificios colectivos. En la actualidad, se observa una falta de políticas específicas para responder a este reto. Un enfoque prometedor sería desarrollar un «derecho a la toma», como en Francia..

Por último, un reto importante es la simplificación y aceleración de los procedimientos de conexión a la red eléctrica. Es importante aspirar a una armonización de estos procesos a escala europea. Esta uniformización permitiría reducir los plazos y las complejidades administrativas, facilitando así el despliegue rápido y eficaz de las infraestructuras de recarga en todos los países miembros.

Estas acciones permitirán crear un ecosistema sólido para apoyar la transición hacia la electromovilidad en Europa.

¿Cuáles son las principales barreras para la adopción masiva de vehículos eléctricos en Europa y cómo propone T&E superarlas?

Actualmente, la principal barrera para la adopción masiva de vehículos eléctricos en Europa es su precio, principalmente vinculado a las estrategias de los fabricantes. Nuestros estudios muestran que hay una desconexión entre la oferta y la demanda. Los fabricantes privilegian las ventas de vehículos grandes, más rentables, mientras que la demanda de vehículos eléctricos asequibles es muy elevada.

Esta situación se explica por los escalones de las normas reglamentarias. Entre 2021 y 2024, los fabricantes no necesitan hacer esfuerzos adicionales para vender vehículos eléctricos. Por lo tanto, se concentran en los SUV eléctricos con alto margen. Consecuencia: el precio medio de los modelos ha aumentado un 39% desde 2015, mientras que en China los precios se han reducido a la mitad.

Afortunadamente, a partir del año que viene, con los nuevos escalones reglamentarios, los fabricantes tendrán que aumentar la cuota de vehículos eléctricos vendidos y, por tanto, proponer modelos más baratos. Esto es esencial, ya que nuestras encuestas muestran que alrededor del 25% de los consumidores están interesados en vehículos eléctricos asequibles de menos de 25.000 euros. El riesgo es que este retraso exponga a los fabricantes europeos a la competencia china.

En cuanto a la red de recarga, aunque su despliegue progresa, queda un reto perceptual por superar. Los no usuarios de vehículos eléctricos suelen sobrestimar la necesidad de puntos de recarga o la necesidad de autonomía, lo que subraya la importancia de seguir desarrollando la infraestructura al tiempo que se educa al público sobre las necesidades reales.

¿Qué palancas de competitividad frente a los vehículos asiáticos y chinos?

Frente a la competencia asiática y china, Europa dispone de varias palancas para mantener su competitividad en el sector de los vehículos eléctricos.
Es primordial desarrollar un enfoque global e integrado. Esto implica no sólo apoyar la producción de baterías, sino también invertir en toda la cadena de valor, desde el refinado de materias primas hasta la extracción, pasando por el reciclaje de baterías.

La próxima Comisión Europea debería estudiar un gran plan de inversión que incluya apoyo a la industria para llevar a cabo esta transición. Es importante no ser ingenuos ante las subvenciones masivas concedidas por China y Estados Unidos a sus respectivas industrias.

Adoptando este enfoque holístico, Europa puede no sólo seguir siendo competitiva, sino también convertirse en líder mundial en la producción sostenible de vehículos eléctricos, creando empleo y reforzando su autonomía estratégica.

¿Cuáles son los próximos objetivos de T&E para los próximos años en términos de movilidad eléctrica y cómo piensan alcanzarlos?

Nuestra prioridad es mantener firmemente los objetivos existentes frente a las presiones políticas que pretenden flexibilizarlos o anularlos. Nos oponemos enérgicamente a las peticiones de algunos partidos políticos que desean volver sobre el fin programado de los vehículos térmicos y los objetivos de reducción de CO2 para los fabricantes.

También pretendemos poner en marcha toda la gama de reglamentos e inversiones necesarios para garantizar el éxito de esta transición. Esto incluye el desarrollo de infraestructuras de recarga y el refuerzo de toda la cadena de valor.

Otro objetivo determinante es desarrollar un marco que favorezca la competitividad europea. Esto es esencial para nuestros empleos, nuestra resiliencia y nuestra autonomía estratégica. La producción local nos permitirá también controlar mejor las condiciones medioambientales y sociales de fabricación.

Por último, estamos trabajando en la elaboración de un marco europeo para estimular la venta y producción de vehículos eléctricos más pequeños y asequibles. Hay dos iniciativas clave en marcha: la introducción de un eco-score europeo y el desarrollo del leasing social. El eco-score europeo que proponemos pretende armonizar las diferentes iniciativas nacionales existentes. Tendría en cuenta todo el ciclo de vida del vehículo, desde su producción hasta su reciclaje, pasando por su utilización. Esta herramienta no sólo fomentaría la producción de vehículos más pequeños y energéticamente más eficientes, sino que también favorecería la producción local en Europa, donde las normas medioambientales suelen ser más estrictas. En cuanto al leasing social, una innovación francesa, suscita un gran interés en numerosos países europeos. Esta medida ofrecería a los hogares más desfavorecidos acceso a los vehículos eléctricos, aportando así una dimensión de equidad social a esta transición.

Para alcanzar estos objetivos, intensificaremos nuestros esfuerzos de incidencia política ante las instituciones europeas y nacionales. También prevemos lanzar campañas de sensibilización específicas para movilizar el apoyo público a estas iniciativas críticas para el futuro de la movilidad eléctrica en Europa.